LAS MENTIRAS TAMBIÉN SE CONSTRUYEN.
El pasado martes 20 tuve la ocasión de escuchar la interesantísima conferencia del ex ministro Josep Borrell sobre las cuentas y cuentos de la independencia (aunque más bien de los independentistas). Hizo una alusión general a la formula maximizada de generar un proceso de simpatía hacia algo que todos sabemos que puede ser mentira que por diversas circunstancias nos ampara en sentimientos, en manipulaciones más o menos malintencionadas. Y para crear ese relato, fantasioso a la postre, pero con verosimilitud decía el bueno de Borrell que deberían darse tres elementos fundamentales: la primera que pueda tener algo de verdad, queriendo ello decir que sin ser cierta pueda tener apariencia digámoslo en términos jurídicos “de buen derecho”; la segunda condición que esa construcción resulte atractiva para una generalidad o para al menos bastantes personas; y por último señalaba el ex ministro que la misma se proyecte a través de un gran altavoz (medios de comunicación, manifestaciones, etc…). Y “voilá” ya tenemos la mentira en circulación y con crecientes adeptos a la misma.
Pero podemos preguntarnos ¿es exclusivo de Cataluña? ¿Es un modelo exportable? ¿Existen ejemplos cerca? Lo dejo para la reflexión, pero no es difícil concluir que existen, han existido y existirán: crear un mantra es relativamente fácil si hay quien lo diseñe, promueva y/o ejecute. A veces no hay más que abrir un periódico o escuchar una radio, o ver la televisión para comprobar cómo se crean auténticas mentiras con la fórmula indicada por el Sr. Borrell. Creo que podemos afirmar que estamos cansados de este tipo de construcciones de que algunos políticos nos disfracen de apariencia de veracidad algo atrayéndonos a las fauces del engaño y que aun por encima nos lo publiciten y tengamos que estarles agradecidos. Desde infraestructuras hasta casos de corrupción, a buscar la justificación de una sedición, y a actuaciones internas dentro de las organizaciones políticas y si alguien es capaz de mentir a un compañero ¿qué no hará con quien ni siquiera conoce?
Estamos en un momento en que la sociedad nos reclama principios, reconquistar los valores que como sociedad democrática marcan la ética y las leyes. Debemos esforzarnos en hacerlo y la construcción basada en la mentira ya no tiene cabida, el y tú más ya no convence y los ciudadanos tenemos un arma muy poderosa que no está cautiva de nadie, que se ejerce en soledad y con responsabilidad porque de ello depende nuestro futuro y el de los nuestros. Como decía el refrán “a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”. Ni Pinochos, ni Goebbels, ni Mas.