VIGO ESTÁ LLOROSO POR SU POETA
salí a la calle, aun no estaban abiertas las aceras
la ciudad se veía diferente, apagada, triste, poco ufana.
Aquella luz de la villa de la que siempre hablaba,
aquella luminosidad de la que alardeaba
se diluyó en la tristeza de unas lágrimas.
De repente me acerco a aquella cafetería
en la que siempre lo observaba sentado,
donde circunspecto, enjuto por la edad y el peso de su creatividad,
envuelto en la nube de un cigarro,
seguro estaba madurando en su mente creando,
donde al verte esbozaba una fugaz sonrisa
la del verso, sujeto, predicado,
huido pero encontrado.
Paseando también lo encontrabas ,
disfrutando la ciudad que admiró,
desgastando suela mientras innovaba,
porque componer como componía,
crear, hacer, innovar una loa a la vida.
Un poeta, un gran artista, un vigués de la vida se fugó,
huyendo de la luz que buscaba,
del silencio que le inspiraba,
terminó aquí físicamente sí,
su tiempo terrenal terminó,
su reloj paró,
al final el segundo accidente aconteció,
el primero vivir, el segundo morir
así se encargó de nos lo decir.
Pero su caminar, detenido por lo físico
no nos impedirá encontrárnoslo,
pero debemos indagarlo,
pues su reposada obra nos queda aquí
para deleite de la sensibilidad.
Orfandad física que no intelectual,
viva pues por siempre en la eterna memoria de su ciudad, la mía,
seguro dentro de unos días
su afilada efigie volveré a encontrar caminando por nuestra ciudad.
Su sombra, cierta, cercana, pensativa, creadora,
el artista, el bohemio, el poeta, el hombre.