Hace falta ser poco original para a estas alturas de la película saltar con que Galicia es una nación, y con un claro afán anexionista, no se si incluso de territorio de nuestra vecina Portugal, pero lo cierto es que el caudillo de Allariz no es nada original y camina arrastrado por una conceptuación identitaria ajena a la realidad socio-política del país. ¿Galicia es una nación? Pues no, Galicia es una nacionalidad histórica tal y como la define la Constitución Española de 1978 integrada en la Nación española y nuestro Estatuto de Autonomía, y lo que pretende el BNG es seguir el mal ejemplo de catalanes y vascos en un afán de ruptura con el Estado, propio en el caso del Bloque de sus convicciones marxistas mediante la aprobación de un Estatuto que más que eso es una nueva constitución ajena a la estructura legal del país.
Pero hay que ir más allá ¿a los gallegos les preocupa el estatuto de nación? Lo cierto es que por lo que hablas con la gente en la calle, al menos los que de algún modo tenemos contacto con gente de amplios espectros, a nadie parece preocupar esa obsesión caudillista del Sr. Quintana y su Bloque, a la gente si que le interesa una mejora de su calidad de vida, de los servicios que presta la administración pública, de su equiparación con las comunidades más ricas de España, pero a casi nadie en los tiempos que corren del europeismo más imperante, de la globalización económica le preocupa la obsesión localista, reduccionista y cuasi “paleta” de algunos que intentan ver realidades ajena a la vida ciudadana para cultivar un proyecto político caduco y en franco retroceso (si no a los resultados electorales del BNG hay que recurrir), que sólo ha tenido aliento por su participación en el bi-gobierno Touriño.
Desde aquí lanzaría el reto al vicepresidente Quintana que se preocupe más del bienestar de los gallegos y menos de seguir los equivocados pasos de otros.