A simple vista hacer una comparación entre un árbol y los problemas podría llevarnos a la conclusión de ¿qué clase de locura o tontería es ésta? Intentaré demostrar que hay mayor similitud de la que a simple vista resulta.
El árbol (como los problemas, sean del tipo que sean) tienen su origen, su raíz, sus ramificaciones, su secado y caída. Ante ese momento de toma de decisiones con el árbol, como con el problema, optaríamos por varias soluciones.
Podríamos optar por talar el árbol, lo que equivaldría a eliminar el problema de raíz. Tiene la evidente ventaja de eliminar el problema, pero el inconveniente de quedarnos sin árbol.
Otra opción sería podar el árbol manteniéndolo, o lo que es lo mismo quitar aquellas partes que pudren el árbol, aquellos problemas que amilanan a cualquiera, y dejar que el árbol siga creciendo con vitalidad y salud.
La tercera opción podría ser la de la comodidad, la indiferencia y el continuismo dejar el árbol (o el problema) en su sitio, sin tocarlo, a su libre albedrío, al albur de lo que depare el tiempo ¿caerá, no lo hará? ¿Desaparecerá el problema, o se agravará?
Igual que un árbol necesita agua, abono, cuidados y tomar decisiones, así los problemas que surgen en torno a nuestra vida, o a organizaciones, o en la sociedad, exigen también de cuidados pero sobre todo de decisiones. Bajo mi punto de vista lo único que no debemos hacer es sentarnos a ver como crece el problema, como se enquista y como nos fagocita. Cuando la sociedad tiene un problema que le afecta, cuando un partido político tiene problemas de organización los dirigentes deben coger el toro por los cuernos, afrontar el problema con valentía y tomar decisiones, todo menos la quietud de la indiferencia. Juntos se solventan los problemas, obviándolos no solo no pasan sino que engordan.
No sé si he sido capaz de demostrar la similitud o la metáfora del árbol, lo que sí sé es que hay demasiadas personas que se sientan a verlo sin hacer nada. Dijo el Papa Francisco algo así como que “Hay que arriesgarse a hacer cosas nuevas, si aciertas es tu recompensa, si te equivocas es una lección”. Podar el árbol, moldearlo y ponerlo bonito para afrontar el futuro (al igual que en la sociedad) puede tener su riesgo, pero para que conformarse con no hacer nada y dejar que se pudra y te pueda caer encima. Yo no me resigno, porque hacerlo me parece una cobardía. Afrontar lo que viene buscando acertar y si no aciertas aprender una lección que te haga mejorar para la siguiente ocasión. Cojamos la tijera de podar los problemas, de cortar lo que nos sobra y logremos que el árbol, que la sociedad, que la organización, que la democracia crezca fuerte y sano o sana.